Dejo entre tus piedras
mi
piel de serpiente
y
a rastras
sobre
mi vientre de piel nueva
te
arranco la última vereda.
Mañana,
me
despojaré de mi cadáver
para
volver al cosmos,
al
caos, a la noche…
La
carne y el hueso
también
se irán
como
se fueron las ilusiones.
La
noche envolverá de luto
al
esqueleto
y
mis tristes costillas,
semejantes
a cárceles
donde
el viento va y viene,
harán
pensar a más de uno
si
no sería ésta
la
figura que observó
aquel
filósofo
que
creía
que
el cuerpo
es
la prisión del alma.
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